En La Maison Duqoc, el 13 de mayo, se presentó por última ocasión en la cd. de México el poemario Hasta las últimas consecuencias de Arturo Valdés. Como siempre presentó un trabajo poético transgresor, sin embargo ya renovado. El poeta comienza a entrar en la madurez de su ciclo, al menos de éste que ha mantenido por los últimos años.
El libro: una edición del gobierno estatal donde el poeta vive; muy cuidada (sí hay erratas pero las menos), bien trabajada y perfectamente ilustrada en la portada por un artista plástico local. Un trabajo de edición muy fino, en general, para una primera edición de poesía editada por el gobierno.
El lugar: Un lugar extraño, sui generis, donde para poder fumar, los oradores se sentaron en la calle y el público dentro; con el único propósito de no fumar y no violar la nueva ley anti tabaco. La Maison Duqoc funje, aparte de refugio cultural al norte de la cuidad, como cafetería y escuela de francés. Es un refugio para todo aquél francófono que desee pasar el tiempo rodeado del idioma donde la erre suena a ge gangosa.
El evento: La presentación se llevó al cabo un poco tarde, como casi todas las presentaciones. El quorum, en esencia un grupo familiar y de amistades íntimas del autor, llegaba con prisa temiendo que todo ya hubiera acabado. Después de unas palabras del poeta acerca de su libro, a modo de presentación se le dio la bienvenida con un ciclo de poesías de Alan Pável (o Alan Psshhht, como él mismo se dice), Arturo Valdés y un servidor. El evento también sirvió para que se leyera por primera vez en público Señorita del puerto, obra mía que dio la mejor bienvenida a Hasta las últimas consecuencias. Al final, cuando muchos de los invitados se fueron, La Maison Duqoc cerró sus puertas al público y comenzó una tertulia agradable que giraba en torno a las poéticas del autor y su futuro viaje a Uruguay para conocer a sus suegros.
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