El libro: una edición del gobierno estatal donde el poeta vive; muy cuidada (sí hay erratas pero las menos), bien trabajada y perfectamente ilustrada en la portada por un artista plástico local. Un trabajo de edición muy fino, en general, para una primera edición de poesía editada por el gobierno.
El lugar: Un lugar extraño, sui generis, donde para poder fumar, los oradores se sentaron en la calle y el público dentro; con el único propósito de no fumar y no violar la nueva ley anti tabaco. La Maison Duqoc funje, aparte de refugio cultural al norte de la cuidad, como cafetería y escuela de francés. Es un refugio para todo aquél francófono que desee pasar el tiempo rodeado del idioma donde la erre suena a ge gangosa.
El evento: La presentación se llevó al cabo un poco tarde, como casi todas las presentaciones. El quorum, en esencia un grupo familiar y de amistades íntimas del autor, llegaba con prisa temiendo que todo ya hubiera acabado. Después de unas palabras del poeta acerca de su libro, a modo de presentación se le dio la bienvenida con un ciclo de poesías de Alan Pável (o Alan Psshhht, como él mismo se dice), Arturo Valdés y un servidor. El evento también sirvió para que se leyera por primera vez en público Señorita del puerto, obra mía que dio la mejor bienvenida a Hasta las últimas consecuencias. Al final, cuando muchos de los invitados se fueron, La Maison Duqoc cerró sus puertas al público y comenzó una tertulia agradable que giraba en torno a las poéticas del autor y su futuro viaje a Uruguay para conocer a sus suegros.
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