Bueno, sólo como adelanto pondré que la apuesta ha llegado a su fin, al menos para Arvin y para mí. Pero por ahora estoy algo ocupado, así que los detalles los pondré en este mismo espacio después. Pésele a quien le pese, ¿verdad Mario?
Sólo puedo prometer una anécdota digna de contar a los nietos, aunque el Arvin se arrepienta de sus acciones, de sus malos gustos y ratos, y de su vida en general. Jejejeje, bueno, debo adelantar también su redención: al menos recuperó su dignidad a tiempo.
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