martes, 18 de noviembre de 2008

Manhattan

Persigo la noche
como aquella sombra que te sigue de mañana,
ahuyento los fantasmas de la memoria
que me agolpan y me llevan tras de ti

El verte postrada frente al espejo de la razón
fría, incrédula y perplejapor mi presencia,
llorando la ausencia del soplo de vida
que en aquella bahía que te hacia volar

Sabes que soy solo el recuerdo,
que se marcho aquella tarde fría,
entre el Hudson y Manhattan,
tras la densa neblina del adiós.

Pero yo te sigo, veo tu rostro pálido
por el frío de marzo, tu cuerpo envuelto
en lana azul,

Caminando segura y abierta
a la orilla del SOHO, con tu bolso
verde lleno de historias maltrechas.

Pasando el frío de la noche
en que no te encuentro,
en las que me escondo bajo las farolas
o de la vieja lámpara de tu habitación

Rogando al cielo que mañana,
no exista neblina, no haya oscuridad,
que tu abrigo se maltreche al paso del viento,
que tu bolso extravíe el dolor de los recuerdos

Y yo, solo yo, viéndote tras de este cristal
en el que habita tu reflejo,
rogando ser la brisa que te abraza
la neblina que acaricia tu rostro.

Desesperado por el olvido,
te busco, te persigo y al llegar
la tarde, sin una palabra …te digo adiós

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